miércoles, 30 de julio de 2014

miércoles, 23 de julio de 2014

EL DOCENTE COMO PERSONA

  • Objetivo: Conocer al docente como persona, y a la vez reflexionar sobre su desempeño y sus acciones sin perder de vista su identidad y autenticidad con la que desarrolla su práctica.

  • Para iniciar en este recorrido, es necesario respondernos a la siguiente interrogante, que sin dudarlo nos permitirá entender con mayor claridad el contenido que se desarrolla a continuación. ¿Cuántos docentes hay que sean personas reales en su clase?. Es importante mencionar que en la mayor parte de los casos, encontramos maestros que muestran una máscara profesional desde que comienza el ciclo o la jornada laboral, mascara que luego al finalizar su labor se la quitan.

  • En este contenido conoceremos mucho sobre la verdadera persona del docente, no un docente que es perfecto sino un docente tan normal como cualquier otro ser humano, con la diferencia que en muchos casos esas debilidades se quieren esconder con la idea de que el estudiante no lo sepa, y piense que casi se es perfecto.


  • ¿DOCENTE QUIEN ERES?

De Panzazo

Conocido como De PANZAZO es un documental mexicano creado por la iniciativa ciudadana Mexicanos Primero, dirigido por Juan Carlos Rulfo y coproducido por Carlos Loret de Mola.
El documental se estrenó el 24 de febrero de 2012 en las ciudades de Distrito Federal, Guadalajara, San Luis Potosí, Mérida,Morelia, Puebla y Querétaro.
Este documental muestra la mala calidad de la educación anglo-mexicana,debido a un sistema que ha dejado la educación a manos de un sindicato que se ha interesado en solo que el dinero caiga a manos de los administradores y burocratas y no en los maestros. además de que esta divido, y que la Secretaria de Educación, se hace de la vista gorda.

martes, 22 de julio de 2014

Categoría de la Cotidianeidad y su Aplicación en la Docencia



Sobre todo examinen lo habitual. No acepten sin discusión las costumbres heredadas. Ante los hechos cotidianos, por favor, no digan: 'Es natural'. En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada... Nunca digan: 'Es natural', para que todo pueda ser cambiado.” 

Objetivo General.
Conceptualizar la cotidianidad a partir del análisis e identificacion de las implicaciones educativas de la práctica profesional docente.


Introducción al Aprendizaje Grupal





"La escuela debe llegar aser ocasión para el desarrollo del pensamiento crítico, la experiencia de grupo, la definición de la propia identidad, la reflexión y experimentación de valores como la democracia, la participación, la solidaridad, entre otros" (Lobato, 1998, p.11)




Objetivo General.

Conocer las dinámicas psico-sociales que intervienen en el Aprendizaje Grupal, como un proceso integrador en el quehacer educativo.

INTRODUCCIÓN AL APRENDIZAJE GRUPAL.

Todas las definiciones de aprendizaje coinciden en que se trata de un cambio de conducta.
En el caso del aprendizaje grupal el cambio de conducta se da como resultado de la interacción en el intento de apropiación de un conocimiento. En el aprendizaje individual es la persona la que se enfrenta al objeto, mientras que en el aprendizaje sociodinámico es el grupo el que aborda y transforma al objeto de conocimiento....
LA DINÁMICA DE LOS GRUPOS DE APRENDIZAJE




EL APRENDIZAJE COLABORATIVO

Sinopsis: La escuela es considerada tradicionalmente como un lugar donde los alumnos acuden para "recibir" conocimientos, teniendo las cuestiones allí tratadas un pronunciado sesgo individual. Uno de los principales problemas educativos estriba en que, siendo como es la educación un fenómeno esencialmente social, es abordada como un fenómeno individual. Una alternativa a esta incongruencia educativa a la que se está acudiendo con frecuencia en los últimos años, es el trabajo en grupo y en particular el aprendizaje en grupo cooperativo. El aprendizaje cooperativo es una técnica psicosocial de aprendizaje que está basado en la enorme importancia que en cualquier ámbito educativo tiene la interacción social


Emitido: 19-11-2006

  • Propuesta: Elena Gaviria Stewart, profesora de Psicología Social y de las Organizaciones, Psicología UNED.
  • Intervienen: Elena Gaviria Stewart, profesora de Psicología Social y de las Organizaciones, Psicología UNED; Anastasio Ovejero, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Valladolid; Itziar Fernández Sedano, Doctora de Psicología Social y de las Organizaciones UNED; Ángel Gómez Jiménez, Profesor de Psicología Social y de las Organizaciones UNED.

La persona del docente y la autenticidad

Objetivo: Reflexionar sobre nuestro desempeño docente y la autenticidad con la que cada uno desarrolla su práctica.
El tema de la persona del docente y la autenticidad nos sumerge bajo un contenido de realidades dentro de las cuales nos encontramos escondidos una buena parte de maestros/as carentes de una identidad profesional propia.  En este recorrido encontraremos planteamientos de análisis críticos sobre la autenticidad en el docente desde una mirada a nuestro entorno actual.

“Hablar de autenticidad en la persona del docente actual, es desnudar una realidad en la que no hay que ahondar mucho. Comúnmente si visitamos un salón de clases, encontraremos maestros (en su mayoría recién integrados al sistema educativo) repitiendo las mismas prácticas y acciones didáctico - pedagógicas que aprendieron de sus profesores”.  Por tal razón les invitamos a leer el siguiente contenido, el cual les motivara a preguntarse sobre su autenticidad en el desarrollo de sus labores.

AUTENTICIDAD

Es importante iniciar el tema sobre el docente y su autenticidad haciendo algunas acotaciones sobre el “ser auténtico”, elementos que servirán de base para entender con más claridad el que hacer docente en la lógica de su naturalidad como un actor con características que lo hacen ser especifico en un complejo andamio de roles que configuran a la sociedad actual.
 Plantearse un análisis y opinión crítica sobre el tema nos remite y no puede ser de otra manera, a mirar nuestro entorno actual, es necesario situarnos en el momento que vivimos, asumir una mirada propia a nuestra vida y a la vida de quienes nos rodean: la sociedad
 En ese marco es oportuno decir que  cuando se menciona que alguien es auténtico, se le reconoce como una “persona genuina, que no busca aparentar algo diferente a lo que es y no tiene miedo en presentarse como es. A veces, se puede confundir la autenticidad con el descaro o con una sinceridad mal entendida y bastante despreocupada de lo que piensen y digan los demás frente a las propias acciones, palabras o maneras de pensar. Es cierto que la autenticidad implica “ser como uno es”, pero no (ser) de cualquier manera”.
 Es importante resaltar que no cabe preocuparse por imitar o copiar las actitudes, la personalidad o la forma de ser de los demás. Hay quien actúa como otras personas no porque desee ser mejor, sino porque no quiere ser como es. Quiere ser algo distinto a lo que es, ser igual o semejante a otra persona a quien admira; pero nunca lo conseguirá, precisamente porque son diferentes. Y aquí diferente no quiere significar “mejor” o “peor”. Claro que una persona puede ser mejor que otra, pero la diferencia no estará en su personalidad sino en aquello que ha hecho con ella y con el resto de sus cualidades y limitaciones. Para ser auténtico, la primera regla es ser uno mismo. Se puede aprovechar el ejemplo de algunas personas como inspiración y estímulo, pero no esperes llegar a ser exactamente como ellas, ni pierdas el tiempo en intentarlo.
 Llegar a ser auténtico no es el resultado de un proceso espontáneo, sino que necesita, por parte del sujeto, de una decisión sostenida en el tiempo. A su vez, esa decisión sostenida en el tiempo exige de un convencimiento profundo acerca de la validez de perseguir la autenticidad, así como del desarrollo de ciertas habilidades específicas. Este actuar sistemático, en coherencia ética, es lo que permite a la persona una autoconstrucción genuina y autónoma, llegando así a ser él mismo.
El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo ante sus gustos y caprichos, iniciativa para proponerse y alcanzar metas altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener una coherencia de vida.
La autenticidad también da a la persona una natural confianza, pues con el paso del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios en el estudio, la familia y el trabajo, procurando perfeccionar el ejercicio de estas labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra persona e intereses.
Sin embargo hoy en día es difícil el logro de la autenticidad personal, los moldes que se nos imponen sutilmente son mucho más fuertes, estamos en una sociedad donde no se puede pensar con cabeza propia, eso es peligroso, es salirse del molde el cual debe de ser aceptado y asumido incondicionalmente, hacer lo contrario significa volverse un paria insubordinado presto hacer echado de sus claustros.
 Las personas que se preparan para afrontar la vida se encuentran con imágenes que son poco reales, personajes de películas, estrellas de la música, placeres seductores, todo cuidadosamente fabricado para presentar una figura atractiva de la felicidad pero esencialmente ilusoria, irreal e incoherente.
 Tristemente muchos optamos o nos dejamos llevar por estas simulaciones sólo para fracasar tarde o temprano cuando descubren que hay una gran diferencia entre la realidad y el mundo de sus sueños. Otros, aunque muchas veces inconscientemente, tratan de mantenerse y vivir en este mundo ilusorio creando un ambiente artificial sea por medio del dinero, del sexo, del alcohol o de la droga. 
 La situación es preocupante, de ahí la importancia primordial de un conocimiento sólido del hombre,  y una autenticidad de la vida que cada uno llevamos. Es preciso pues  preguntarnos ¿quién es una persona auténtica? 
 Ser auténtico no es lo mismo que seguir la moda, ni es lo mismo que actuar porque todos lo hacen así; es más bien una actitud interior que se evidencia en el pensar y obrar cotidiano. 
Dentro de esta concepción de la autenticidad como expresión de lo interior existen los que dicen que un acto auténtico es aquel que brota espontáneamente del mundo interior, sin ninguna represión. Según éstos, no importa mucho si el acto está o no de acuerdo con lo que se pretende en la vida. Para ellos, cualquier esfuerzo por controlar, guiar o medir la expresión es considerado una inhibición en la realización del hombre. Hay que dar curso libre a los impulsos e instintos para "liberar" a la persona y que sea ella misma.
 Nosotros, en cambio, entendemos la autenticidad respecto a la esencia intrínseca de la persona humana. Para nosotros, el hombre auténtico es el que busca vivir de acuerdo con un ideal libremente escogido. Por lo tanto, la autenticidad no puede ser simplemente la expresión desordenada del contenido interior sino una ordenación jerarquizada de toda la expresión del hombre según su opción fundamental.
 Es el fruto de una elección inteligente hacia lo valioso y su actuar conforme; actuar según mandan las pulsiones del placer o del instinto sólo desvela la parte menos humana que hay en el hombre y que es justamente la que hay que educar encaminándola hacia lo que realmente vale la pena, es decir hacia lo que le hace crecer como persona.
 Bajo esas consideraciones, hoy más que nunca la autenticidad se hace urgente cuando tomamos en cuenta el ambiente de la sociedad donde abundan muchas falsificaciones y se han refinado sobremanera las técnicas de manipulación de la sociedad y de los individuos.
 Queda decir finalmente ¿a quienes educamos? de ahí que el papel del docente es imprescindible revisarlo a la luz de las realidades actuales, puesto que no se puede seguir consumiendo lo enseñado o repetirlo idénticamente, solo así se puede participar de la luz del conocimiento. Se debe de revisar también desde el nivel individual, desde su vida real y autentica, la cual es mucho más que cualquier otro esquema o molde que solo conducen a la inercia y a la muerte.

 Audiovisual: El sentido de la autenticidad



LA PERSONA DEL DOCENTE Y SU AUTENTICIDAD


El que hacer docente exige en pleno albor del siglo XXI que sea autentico pero no de un modo individualista si no que en lo colectivo no perder su especificidad y su identidad como tal, puesto que también debe de ser un mediador y socializador del conocimiento con sus estudiantes y en la medida que interactúan se construye el aprendizaje de ambos.
 “Cuando el docente es una persona auténtica obra según es y trabaja en relación con el estudiante sin presentar una máscara o fachada, tiene conciencia de sus experiencias, es capaz de vivirlas y de comunicarlas, puede entusiasmarse, aburrirse, puede interesarse por los estudiantes, enojarse, ser sensible o simpático. Porque acepta estos sentimientos como suyos no tiene necesidad de imponérselos a los estudiantes. Puede gustarle o disgustarle el trabajo de un estudiante, al margen de que sea correcto o deficiente desde un punto de vista objetivo o de que el estudiante sea bueno o malo. Expresa simplemente la impresión que le despierta el trabajo, una sensación que lleva dentro de sí. De este modo, para sus estudiantes es una persona y no la encarnación anónima de los requerimientos del currículum ni un conducto estéril por dónde pasan los conocimientos de un lugar a otro”  
El reconocido humanista Carl Rogers (Abraham, 1986) planteaba que, mediante las experiencias vividas en la escuela, el estudiante debería llegar a ser alguien capaz de: aprender de manera crítica, evaluar la información, elegir de manera reflexiva, actuar con autonomía, adquirir conocimiento que se ajuste a la realidad, tener el gusto de saber y aprender durante toda su vida.
Lo anterior demanda que la responsabilidad del docente sea fomentar y coadyuvar el crecimiento de la condición humana de sus estudiantes, contribuir a su desarrollo para que se conviertan en ciudadanos dignos de estima, que desempeñen un papel positivo en la comunidad.
Para modificar los procesos de enseñanza con esta nueva óptica, el docente deberá también interesarse de manera auténtica por el otro, proporcionarle mayor atención en lo individual y así tratar de captarle en su alteridad. Compartir y empatizar con su propia experiencia haciendo a un lado la común práctica en la que caen con frecuencia los docentes y que tiende a clasificar a los alumnos en categorías, tratarlos como una masa indiferenciada y mirarlos “desde lo alto”.
La importancia de lo que podría llamar “docencia desde la autenticidad”, o lo que es lo mismo: la visión de que solo se puede enseñar lo que uno es, solo se puede transmitir lo que uno es, por muchos disfraces académicos que tenga, no puedo ocultar lo que soy. Por lo tanto, el tipo de docencia que se ejerza tiene mucha relación con el tipo de estudiantes o el tipo de profesionales que se forman, es decir, hay una relación interdependiente porque ambos se necesitan y uno es el reflejo del otro, cuando se enseña desde el miedo lo único que queda es el miedo, pero cuando se orienta el autodescubrimiento los resultados serán más auténticos, si el docente actúa con autonomía, con criterios propios, con responsabilidad y se encuentra con el mismo, también los estudiantes tomarán pasos similares.

Meterse a la sala de clases es mirarse al espejo, si la clase no resulta, si el curso está violento, si no hay interés, solo me está mostrando el reflejo de mis falencias. Es el docente es el que tiene que hacer un trabajo, académico y de desarrollo personal, para mejorar su labor docente, y su propia vida. Debe de permanecer alerta a las expresiones de sentimientos e intentar comprender a los estudiantes desde el punto de vista de ellos mismos. Su rol neutral y comprensivo está limitado por la autenticidad de sus propias actitudes.
Lo menos que los maestros, pueden hacer es alentar las potencialidades personales, la creatividad, los deseos de superación, la autorrealización y los intereses de los estudiantes, ofreciéndoles las actividades adecuadas para ello.
La autenticidad del docente es un tema complejo y que da de mucho que hablar, porque también es una cuestión de autenticidad de que los docentes no se sientan identificados con su propia profesión, y no es una situación que tiene que ver con el docente, si no la desvalorización que tiene la profesión en la sociedad actual, esto ha generado que muchas personas con vocación de docentes ignoren la especialidad, en muchos casos hay personas que son maestros y se avergüenzan decirlo, porque según ellos, no están a la altura de otras profesiones, tienen muy bajo nivel, es decir, no hay identidad y por lo consiguiente autenticidad.        
La autenticidad de los docentes también pasa por su ética profesional que es un situación más intrínseca o de manejo personal, en variadas ocasiones el docente cae en el error de atropellar la dignidad del estudiante que se etiquetan en las categorías de buenos o malos, hay preferencias, condicionamientos, subjetividades, etc. todo esto no hace de un colectivo de estudiantes y docentes el imperativo armonioso que debe de existir en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
El docente entonces debe cuestionarse a sí mismo, su quehacer, su práctica diaria en el aula, en la búsqueda y el logro de ser ellos mismos y evitar que aparezcan como anónimos, deben de tomar lugar propio y deben hacerse presentes más allá de del libreto deshumanizante y de estereotipos inertes, deben de encontrar su propio espíritu y su propia pasión, su vocación, deben de caminar hallando su propio ritmo.
No se puede caer en el aprendizaje rutinario y sin criticidad, el de los docentes sin palabras, ni pensamiento propio, leales, servidores y guardianes de las metodologías y conocimientos fosilizados, puesto que el resultado serán estudiantes delatores, sumisos, inseguros y tímidos frente al poder represivo e indignante que ciega a docentes y a estudiantes. Por el contrario estos dos deben de hallar su propia voz en medio de otras voces, en medio del bullicio del mundo masificado, teologizado y deshumanizado en extremo, hecho de ruidos y temeroso del silencio propio y la falta de hondura humana. Es decir, deben de hallar su autenticidad. 
Con ello estamos llamados a salirnos de las monotonías, de la rutina mecanizadoras, de las imposiciones, de los moldes uniformizantes, de la motilización de toda innovación. La educación debe de ser liberadora y horizontal, y no esclavizadora ni verticalista. El docente es un actor clave pero primero debe de desarrollarse plenamente como persona y no ser calco ni copia de otros formatos bien intencionados.

Audiovisual: La educación Prohibida- Los docentes

lunes, 21 de julio de 2014

Continuidad y discontinuidad en el quehacer docente

Objetivo: Valorar y reconocer la importancia de una formación y actualización permanente en el profesorado, principalmente en el nivel de la educación superior.

El tema de la continuidad y discontinuidad en el quehacer docente nos lleva a conocer la realidad de la formación y actualización permanente del profesorado. Un proceso de continuidad en la formación que no debe ser visto únicamente como un agregado más a nuestro currículo, sino como un proceso que nos permite actualizarnos constantemente y así enfrentar con mayor seguridad  las exigencias de calidad que la sociedad actual exige.

Es importante comprender las repercusiones tan grandes que tiene la calidad o la falta de calidad con la que el docente forme a sus alumnos.  Nuestra sociedad exige personas competentes, integrales y capaces de enfrentarse a una realidad tan cambiante, pero para eso se necesitan profesores competentes, integrales y capaces de formar excelentes profesionales. Es por ello que a través de este breve contenido, ustedes podrán analizar y reflexionar críticamente sobre la necesidad de una permanente formación en todo el quehacer docente. 

Concepto:  (Continuidad - Discontinuidad)

◊ Continuidad. 
Entendido como el proceso de formacion integral y de actualizacion permanente del profesorado de la educacion superior.  
◊ Discontinuidad. 
Entendido como proceso a través del cual el docente entra  en acomodamiento o desfase de actualización y formación permanente. 

INTRODUCCIÓN.

Ofrecer Educación de Calidad constituye el desafío fundamental de las universidades de este siglo. La ciencia, la tecnología y el humanismo, orientan la tarea educativa hacia un proceso de formación integral que posibilita que el alumnado del nivel superior, participe activamente de los procesos de aprendizaje, con autonomía y con el compromiso consciente de ser los protagonistas de la construcción de sus propios perfiles profesionales. La actualización continua del profesorado nos permitirá lograr una educación activa y comprometida con la calidad. Los nuevos paradigmas plantean la actualización docente como una alternativa válida para alcanzar el éxito en la educación superior.
La Educación de calidad supone la adecuada formación del profesorado que orienta los procesos de enseñanza y aprendizaje. De la formación integral del profesorado depende que su enseñanza oriente a aprendizajes integrales. Es esencial que la enseñanza no se limite solamente a la mera transmisión de conocimientos y habilidades, sino además, al desarrollo de la dimensión humana del alumnado por medio de la vivencia de valores y la educación para la fe, la esperanza, la voluntad, el éxito, la competitividad, la proactividad, el emprendedurismo, la autoestima, la felicidad, una educación para la humanización. Enseñar a pensar y a actuar son procesos fundamentales en la formación de profesionales del nivel superior, pero es aún una formación incompleta. En la actualidad, una educación de calidad permite el desarrollo de la dimensión afectivo-volitiva que marca la diferencia entre un profesional con formación técnica y un profesional con formación integral. La formación técnica nos brinda esencialmente conocimientos y habilidades propias de la profesión, pero no siempre, un profesional con formación técnica es un profesional idóneo. La idoneidad supone tres componentes esenciales: la vocación, el dominio de la ciencia y la altura moral. Los educadores y educadoras de este siglo deben desarrollar la personalidad íntegra del educando, brindándoles espacios de reflexión sobre sus metaspersonales, su perfil profesional, su compromiso con la sociedad y los desafíos que supone la práctica de la profesión.

Continuidad en el quehacer docente.

La necesidad que tiene la Universidad de responder con éxito a los desafíos que le presenta el entorno, de satisfacer a una sociedad cada vez más exigente, ha provocado que las instituciones educativas busquen la mejora de los actores y procesos que en ello se ven involucrados. Uno de estos actores es el profesor universitario, ya que el cumplimiento de las metas dependerá de ellos. Queda muy claro que una Universidad es, en parte, lo que son sus profesores. Invariablemente la calidad de la institución pasa por el desempeño de su personal docente, no se puede hablar de programas académicos de calidad sin contar con profesores con calidad. Pero más allá del aspecto cuantitativo y de cumplimiento de indicadores, es necesario que en las Universidades se analice y se discuta cualitativamente el comportamiento y desarrollo de los académicos.
 La formación del docente en el siglo XXI es un reto producto de la volatilidad de los nuevos desafíos y desarrollos que se experimentan en el mundo científico tecnológico. Es por eso que la capacitación de nuevos saberes y la adaptación a la tecnología es una forma estratégica que el docente de estos tiempos debe asumir como herramienta fundamental para absorver los cambios y transformaciones que se experimenta en el área educativa.
La tarea del profesor es tan compleja que exige el dominio de unas estrategias pedagógicas que faciliten su actuación didáctica. Por eso, el proceso de aprender a enseñar es necesario para comprender mejor la enseñanza y para disfrutar de ella. Es importante que los docentes que trabajan en las instituciones educativas en el siglo XXI realicen una juiciosa reflexión acerca de si sus capacidades pueden o no responder a las expectativas de las demandas de un sector heterogéneo y crítico que requiere de respuestas para describir y explicar la complejidad de esta nueva sociedad donde lo constante es el cambio. 
El docente universitario para el siglo XXI, como subraya el profesor colombiano Álvaro Recio, será un pedagogo-investigador con una honda formación humana y social, de modo que se convierta en agente de cambio de él mismo, de sus alumnos y de la comunidad donde la enseñanza se orientará, también, a que el alumno aprenda a trabajar, a investigar, a inventar, a crear y a no seguir memorizando teorías y hechos. Esta situación implica retos para el educador, primero que todo, el tener que encontrarse consigo mismo, y la necesidad de poseer herramientas teóricas, conceptuales y metodológicas que le permitan conocer a profundidad el medio y a sus educandos. Debe además, dominar el campo del conocimiento específico para ejecutar su profesión como educador y tener elementos que le permitan profundizarlos, aplicarlos y estar en permanente actualización. 
En ningún ámbito laboral se discute hoy la necesidad de la formación continua de sus profesionales, ni la necesidad de conformar y ejecutar un plan formativo. Los cambios que se están sucediendo en la Educación Superior, han reabierto, en este ámbito, viejas discusiones referentes a la conveniencia de desarrollar planes de formación para el profesorado a ella vinculado y al respecto de cuáles deben ser sus contenidos, estructura, etc. El profesorado universitario trabaja en la institución formativa de mayor nivel existente y, curiosamente en su inmensa mayoría, no se han formado para ejercer esa función, ya que han ingresado en este cuerpo docente después de formarse largamente en los contenidos propios de su área (con un expediente más o menos brillante que no garantiza ninguna competencia docente) en instituciones de formación superior y sin recibir ningún tipo de formación pedagógica, ya que mayoritariamente no han sentido esta necesidad formativa, ni la institución les ha exigido ninguna formación pedagógica previa al desarrollo de dicha función docente.

El docente universitario y el uso de las TIC.


      
El profesor universitario necesita crecer en diversas áreas y a través de diferentes medios y con distintos recursos. Las TICs hoy se han convertido en un arma de doble filo; por un lado, son un recurso que ayuda al profesor a progresar, tanto en la función investigadora como en la docente, descubriendo o diseñando nuevas metodologías de trabajo y, por otro, son un medio que le ayuda a estar siempre en continuo crecimiento. “La enseñanza –señala Martínez (2001, 197)- no puede quedar al margen de esta realidad tecnológica”. Para que las TICs entren a formar parte de la realidad diaria del docente universitario es necesario que éste sepa verlas, sentirlas y entenderlas como algo más que un frío recurso. Debe convertirlas en parte de su vida profesional; para ello, los procesos de formación continua se convierten, quizás, en la herramienta clave de esta relación, se debe producir, lo que Watson (2001) definió como una catarsis para el cambio.
La incorporación de las TICs en el mundo docente universitario supone, por parte de éste, una redefinición de sus funciones. Blázquez, ya en 2001, señalaba las nuevas funciones, a desarrollar una vez que se ha decidido incorporar las tecnologías a la vida profesional, siendo las siguientes: “despertar el sentido crítico, acerca de las TIC, relativizar el poder las TIC, utilizar los recursos técnicos como elementos de expresión creadora, enseñar a ‘leer’ y expresarse en los lenguajes y códigos que utilizan, usar los medios en los centros de modo ordinario, investigar interdisciplinariamente sobre las TIC, sintetizar los saberes desorganizados de los alumnos provenientes de las TIC, adoptar los centros a las exigencias de las TIC” (24). Pero, para poder desarrollar en plenitud todas ellas es necesario que el profesor reciba una formación encuadrada dentro de los planes formativos que, desde el inicio del proceso de convergencia, se están llevando a cabo en la mayoría de las Universidades. Estos planes de formación deben ir más allá del mero planteamiento de conocimientos (contenidos) y estrategias y su posterior “asimilación”; suponen la implicación tanto de unos (los docentes) como de otros (responsables de los programas de formación docente universitaria), con el fin último de la superación de las lagunas, la puesta en práctica de estrategias nacidas de las necesidades sentidas, expresadas o no, el desarrollo y diseño de modelos de auto aprendizaje. Si facilitamos el desarrollo profesional del docente universitario, debemos comprender el proceso por el cual los profesores crecen profesionalmente y las condiciones que suponen y promueven el crecimiento.

Discontinuidad en el quehacer docente


   
Análisis de la formación y la actualización del docente universitario en el marco de su desarrollo profesional.  En el marco de la formación del docente universitario, se concibe al profesor como un experto en pleno ejercicio profesional y por tanto las acciones formativas en las cuales participa, apuntan a su desarrollo profesional”. Estas acciones formativas se identifican – entre otras- como programas de perfeccionamiento, formación continua, formación en servicio, actualización docente, formación permanente del profesorado, etc. Sin embargo la expresión “desarrollo profesional” alude a un concepto global que subsume todas aquellas acciones orientadas al crecimiento y mejora de la calidad docente, investigadora y de gestión (las funciones principales del profesor universitario) para dar respuesta a las necesidades tanto individuales como a las de la propia institución universitaria. Tal como expresa Medina (1998), el desarrollo profesional conduce a la construcción de la identidad profesional y la formación del docente universitario forma parte de ella. No obstante su importancia, ciertos obstáculos o problemas de índole institucional o del propio docente, dificultan la formación del profesor universitario.

Obstáculos institucionales

Entre los obstáculos institucionales podemos citar los siguientes:
- La universidad se está mercantilizando, por lo que todos los cambios van dirigidos en gran medida, a aspectos de tipo administrativo o técnico, con escasa incidencia en el desarrollo profesional del docente (Benedito, Ferrer y Ferreres, 1995).


- Hay una cierta insensibilidad administrativa con respecto a la calidad de la enseñanza, ya que ésta es poco rentable políticamente al no tener signos tan visibles como otros indicadores de éxito más fácilmente cuantificables (Santos, 1993).


- El sistema universitario tiende a favorecer más la investigación que la docencia, de esta forma las actividades pedagógicas tienden a relegarse a un segundo plano.



- La poca implicación de las autoridades académicas, sobre todo de los jefes de cátedras y de departamentos, en el proceso de desarrollo profesional de los docentes adscritos.

- Desarticulación y fragmentación de la formación docente con desigual calidad, pertinencia y nivel académico de las propuestas.



- La escasa implicación institucional de la universidad en la formación pedagógica de sus profesionales, al no considerar esta formación como parte de sus prioridades.

Dificultades impuestas por los propios docentes

Entre las dificultades por parte de los propios docentes se encuentran:
- El individualismo y el aislamiento característico del docente universitario, inhiben el trabajo colectivo y la investigación compartida.


- La resistencia al cambio debido, entre otras cuestiones, a un enfoque de la enseñanza marcadamente transmisora y tradicional.


- La escasa motivación intrínseca y extrínseca del profesorado para su mejora docente.



La formación debe ser voluntaria, promovida por el convencimiento de la necesidad formativa y por consiguiente, debe surgir básicamente de la iniciativa del profesorado. La creación de un clima institucional positivo hacia la formación del profesorado a través de estrategias de sensibilización y motivación dirigidas a los docentes, favorece la valoración de la docencia universitaria.
La formación debe centrarse en la práctica profesional del docente universitario, desarrollar actitudes de reflexión y crítica respecto a su propia enseñanza y fomentar el carácter colegiado de la formación.

Algunos factores que obstaculizan la continuidad de la formación docente.

♦ Factor economico
♦ Acomodamiento 
♦ Falta de oportunidades

Vida emocional del docente

Objetivo: Analizar y reflexionar sobre la vida emocional del docente y las repercusiones que estas  tienen en el desempeño de su labor.

Para el desarrollo de este contenido, es importante darnos cuenta que la vida cotidiana está llena de emociones y de las acciones que las expresan; lo que se hace en un día regular de actividades implica pasar por una gama muy variada de dichas expresiones emocionales. Es imposible desligar a la escuela del plano emocional. En cual­quier nivel educativo las interacciones personales, los grupos y por supuesto los maestros, generan y viven emociones asociadas al pro­ceso de aprendizaje.

El profesor utiliza la voz, la mímica, sus gestos, su lenguaje verbal y no verbal, para trasmitir información y motivar el aprendizaje. Se podría decir que para trasmitir los conocimientos a través del filtro de sus emociones. En el acto educativo, el profesor siente (caben aquí las emocio­nes) que es aceptado, juzgado, amado, repudiado y mucho más en función de la respuesta que recibe de sus alumnos: si éstos le ponen atención o no, si atienden a su exposición y responden motivados a su labor de docente o si simplemente lo ignoran. Estos hechos des­pertarán de modo ineludible emociones.

Un profesor debe buscar el recurso de la neutralidad en la expre­sión de sus emociones frente al grupo. Con neutralidad se hace refe­rencia a la expresión mesurada de las emociones del profesor, sin llegar a la explosión extrema de los efectos y sin ser rígido e inex­presivo.

Presentación sobre la vida emocional del docente



Audiovisual: Cuidado con las acciones y pensamientos...


viernes, 18 de julio de 2014

Análisis del laberinto del docente

LABERINTO DEL DOCENTE



Objetivo: Conocer y reflexionar sobre los diferentes laberintos por los que pasan muchos docentes en el desarrollo de su labor educativa, reconociendo la actitud que se debe tomar ante cada uno de ellos para poder superarlos.
El desarrollo de esta temática nos lleva a conocer vivencias diarias por las cuales se pasa en la práctica docente, vivencias en las cuales el maestro se encuentra atrapado. El laberinto del docente nos muestra cual es la realidad en la que vive diariamente el maestro, realidad que va desde lo pedagógico hasta lo emocional o personal.
Nadie que está inmerso en el ambiente educativo en el cual está en juego la formación y transformación del individuo pasara exento de problemas, obstáculos y dificultades que al final terminen afectando su desempeño. La labor profesional del maestro está llena de laberintos (Problemas didáctico – pedagógicos, problemas con estudiantes, con los padres de familia, con los mismo compañeros de trabajo, problemas emocionales etc.) que en la mayoría de casos terminan minimizando el poderoso impacto que pueda llegar a tener la educación en la formación y transformación del ser humano.
“Lo importante de esta temática es, que aparte de conocer una serie de problemáticas que forman parte de nuestro laberinto cotidiano, hemos reflexionado y analizado que no es imposible escapar de esos laberintos, la actitud, la vocación, el carácter y el compromiso serán elementos fundamentales que contribuirán para poder superar todo obstáculo que nos pueda estar petrificando en nuestro quehacer y en la toma de decisiones acertadas que sean benéficas para el logro de nuestro desempeño profesional deseado”.
                                                                                       (Opinión de maestrante)

La temática que a continuación se desarrolla les será de mucha utilidad ya que a través de algunas vivencias relatadas y de la presentación de una magnífica película les ayudara a entender mejor y reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros debemos hacer para cambiar la historia de nuestra labor.


«Entre no ver y no oír sin ninguna duda es mucho peor no oír pues no ver te incomunica con los objetos pero no oír te incomunica con las personas y eso te convierte en un objeto... No puedo hacer todo, pero aún así puedo hacer algo; y justo porque no lo puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo».
Helen Keller


El laberinto de docente es la dificultad  del docente para salir de las situaciones  de sus vivencias, prácticas diarias, en las que se encuentra atrapado.

En el laberinto, los docentes  no se dan cuenta  que deben tomar decisiones, probar nuevos caminos, pues su posición esta “petrificada” inmovil y el mecanismo de defensa que más utilizan es el  de la denegación de todo lo problemático, de todo lo incierto, de todo aquello que pueda revelar una duda o un extravio.
Ante las dificultades no todos los docentes reaccionanigual :
“algunos docentes considerados “normales” pasan por los laberintos con una hermosa sonrisa, la máscara que todo lo sabe, de aquel que ha hallado el camino recto, camino sagrado y consagrado norma, que le sirve para encubrir su malestar, su deseo de desertar del campo escolar, su fastidio ante el imperativo de probar nuevos métodos y sobre todo esa profunda ansiedad, que el docente experimenta ante los desconocido y la necesidad de tomar decisiones.
Del sí mismo colectivo y del sí mismo individual impide al enseñante encontrar su camino en el laberinto:

  1. Refuerzo excesivo (por obra del sí mismo colectivo) de un mecanismo de defensa individual. La represión individual se ve reforzada por las leyes, escritas o no, del sistema escolar hasta el punto que la cantidad de energía necesaria para mantener lo reprimido es tan grande que al enseñante le queda muy poca para caracterizar los objetos reales. La fatiga la enfermedad o bien la invasión de la vida consiente por lo reprimido son posibles desenlaces.
  2. Conflicto  escolar o incompatibilidad entre los mecanismos defensivos del sí mismo colectivo profesional. El mecanismo de defensa auspiciado por la institución escolar  (ejemplo la proyección) se opone al mecanismo (introspección) utilizado por el enseñante. Este se ve invadido por las proyecciones de los demás y sin posibilidad de defenderse. Desempeña entonces el papel de víctima propiciatoria o le sobreviene la depresión con su acompañamiento de autoacusaciones y de desvalorización.
  3. Desvalorización o hasta prohibición formulada por el sí mismo  colectivo sobre el mecanismo de defensa individual. Por  ejemplo  una joven maestra para quien la idealización en general y sobre todo la de la imagen materna servía como mecanismo de defensa principal , quien debió renunciar a su trabajo en una escuela abierta a nuevas experiencias en la que se había establecido una cohesión grupal entre los docentes alrededor de un movimiento de “lucha” (Bion) contra la directora del establecimiento y la institución escolar. Ese movimiento servía de mecanismo de división entre objeto bueno (el alumno) y objeto malo (la autoridad).

En el espacio escolar se concentran todos los conflictos que caracterizan a la sociedad actual y que las épocas anteriores no conocían: el trastorno de los valores, cambio de roles de la mujer y el hombre en la familia, la crisis de la autoridad, ritmo acelerante de los cambios.
En el docente al igual que en todo ser humano, existe toda una trama de identificaciones, que nos remite a nuestras vivencias afectivas, a juicios, a valores.
  • Las características del sí mismo parenteral proceden  de un conjunto de  afectos y de actitudes interiorizadas por obra de la identificación con la figura parental.
  • El estado de adulto supone reflexión, responsabilidad, libertad de ser uno  mismo y en esos momentos el docente se encuentra en un proceso logrado de adaptación  a la realidad, vive el presente.
  • El estado del niño está constituido por vestigios de la niñez: espontaneidad, naturalidad, anhelo de gratificaciones.

En el laberinto imaginario del docente  se esconde el sí mismo verdadero, desvalorizado por la mirada de los demás y por el propio docente, pero también es el núcleo mismo de la motivación que impulso al docente, emprender su profesión.

El sí mismo verdadero vive en un estado de aislamiento relativo y esta tanto más oculto y prohibido cuanto mayor es la ansiedad de ser despreciado o destruido.
Para Winnicott la mejor defensa contra los factores exteriores que chocan contra ese mismo central es la organización de un si mismo falso.
El enseñante que goza de buena salud mental acepta la doble existencia del  si mismo verdadero y del sí mismo falso.
La toma de conciencia, la creatividad, la iniciativa, el abrirse a los demás en una atmosfera de aceptación fortifican al sí mismo verdadero.
Varella y Ortega (1984) afirman que la formación inicial no cubre las necesidades pedagógicas de los maestros, pues se les proporciona la teoría sin conexión con la práctica.
La transición de la licenciatura o de la normal a la enseñanza puede vivirla el profesor novato como "shock de la realidad" si descubre que la teoría que aprendió no responde a los problemas prácticos que se le presentan en el aula y no dispone del carácter para resolverlos.
Las nuevas pedagogías propenden por un trato humano al alumno, por los principios de libertad, equidad y democracia, entre otros. Sin embargo, al aplicarlos por primera vez, al profesor principiante no le producen los resultados deseados.
Veenman (1984) recupera algunas investigaciones en torno a los maestros principiantes encontrando que atraviesan por problemas para controlar al grupo. Aunque no todos presentan esta dificultad, sí la mayoría.
La inestabilidad laboral del profesor principiante lo puede conducir a cuidar las relaciones interpersonales en el aula, lo que en ocasiones lo lleva a ser tan permisivo que los alumnos se aprovechan de la situación.
Lo innegable es que la unión de los estudiantes puede llegar a minar el temple de un maestro o maestra poco experimentado o que no cuente con la seguridad necesaria para hacerle frente a situaciones como risas sarcásticas o burlonas, miradas retadoras, insistentes y acosadoras, proximidad excedida, entre tantas más.
“Me veían a los ojos de forma coqueta y se reían a cada rato. Me chiflaban, y yo disimulaba no darme cuenta. A veces se ponían de acuerdo y no hablaba nadie. Tuve que platicar con cada uno de ellos y me di cuenta que individualmente es otra cosa. Les pedí que me respetaran y lo hicieron.”
La docencia está mediatizada por exigencias socio-institucionales y pedagógicas, por las peculiares relaciones interpersonales entretejidas en la escuela y aula, y por la persona del enseñante. Es inevitable el involucramiento de los sentimientos, tal como sugiere la postura empírica analítica, pues una persona enseña a otras personas. La cuestión es saber hasta dónde el maestro debe dejarse influir por lo sentimental para actuar congruente y justamente.
“Es que te ganan, y aunque no quieras siempre tiene uno algún preferido(a). Y es que ya te ganaron, se ganaron tu confianza y uno termina chiqueándolos, consintiéndolos más que a los otros.2
“Lo peor es que no te das cuenta, le caen a uno tan bien, que llegas a excusarlos.”
Los maestros generalmente suelen hacerse de información previa acerca de sus alumnos, lo cual les permite identificar perfiles y prever qué se puede esperar de ellos. Sin embargo, indagar en torno a los alumnos no siempre es ventajoso si surge una predisposición o condicionamiento.
Algo parecido ocurre cuando en el salón se encuentra el hijo de algún catedrático, literato, médico o investigador reconocido. El maestro puede dar por sentado que por el solo hecho de ser hijo de tan prestigiado personaje, será un excelente estudiante.
“Desde que supe que estaba en el salón donde me tocaba, empecé a preocuparme... El muchacho sí sabía, realmente uno veía que el hecho de que su padre tuviera muchos libros en casa y el mismo ejemplo de su padre, que es un buen literato de esta ciudad, se vislumbraba, o sea el chico sabía, pero era un déspota que a cada rato me interrumpía, y a veces me hacía dudar de lo que yo decía.”
“Como su padre es literato, el chico sabe muchísimo, lee bastante, y si uno no prepara la clase, él te viene grande.”
“La fama del padre es el respaldo del alumno que, a diferencia de sus compañeros, le permitía cuestionar a sus maestros.”
Pettegrew y Wolf (en Esteve, 1987), al estudiar el estrés docente, observó tres tipos: uno vinculado a las tareas que realiza el maestro, en las que muchas veces se presentan enfrentamientos con estudiantes o con colegas; el segundo, relacionado con la discrepancia entre el rol ideal y el irreal, y el tercero, el estrés general circundante en su labor.
Para Ada Abraham (1986) los enseñantes jóvenes presentan mayores dificultades para enfrentar estas situaciones, dada su falta de experiencia, pero sobre todo, su sensibilidad y vulnerabilidad laboral, de tal manera que el estrés es más común entre ellos. El estrés se refiere a la tensión y esfuerzo que se generan en el cuerpo por una respuesta no específica, no visualizada, y la ansiedad es la emoción de la incertidumbre. Configura una reacción emocional compleja, integrada por diversos componentes: a) cognitivos, centrados en procedimientos e imágenes distorsionantes de la realidad; b) psicofisiológicos, tales como alteraciones en la tasa cardiaca, en la respiración, transpiración..., y c) conductual motrices, tales como tartamudeos, temblores, tensión muscular, etc. (Esteve, 1994; Ortíz, 1995).
Autores como Marcelo (1987), analizan las diferencias entre los profesores expertos y los principiantes, y encuentran que a los principiantes se les dificulta controlar a los grupos; desarrollan una estructura fragmentada de la lección provocando a veces la confusión de los alumnos; sus clases llegan a ser lineales, casi no introducen cambios; siguen el programa y el contenido de la clase previamente planificada; solicitan la intervención de los alumnos, pero menos que los profesores expertos. Esto se debe principalmente a la escasa experiencia en la materia, y por ende, en el dominio de ésta.
“Suele suponerse que la apatía no afecta la tranquilidad del maestro, dado que los alumnos apáticos son tan callados que se podrían pasar el curso sin decir una sola palabra si no fuera porque el maestro solicita su participación. La realidad muestra que la apatía puede ser un factor detonante del estrés docente”.
“Es que te desesperan, parecen pollos bajo el sol, todos agachados, como somnolientos, sin ganas para trabajar ¡ay, qué horror tener ese tipo de alumnos! Yo sinceramente sufrí bastante con ellos. No se inmutan aunque te vean enojada.”
Testaniére (1968) (en Gil, 1998) encuentra que esa actitud de apatía se ve impulsada por una fuerte desmotivación, consecuencia de diversos factores: desilusión por la carrera, estudiar por obligación y no por gusto, los contenidos disciplinares que adolecen de devaluación y relativización, entre otros.
Pablo Latapí (1993), afirma que lo más gratificante para un profesor es que sus alumnos aprendan, siendo la participación un indicador de ese cometido. Si los alumnos permanecen callados durante toda la clase, puede ser señal de inconformidad o disgusto, ya sea hacia el maestro o hacia la materia de estudio.
“La inercia de los alumnos apáticos disgusta a los maestros que aún se preocupan por perfeccionar su enseñanza, ya que esos chicos no opinan, bajan la mirada para que no les hagan preguntas, no leen...”
Pero, ¿a qué se debe esa inercia estudiantil? Al alumno se le presenta la ciencia ya hecha. Al respecto, Ortega (en Gil, 1998) señala que la ciencia se aprende disociada en especialidades, por lo que el estudiante no le encuentra relevancia, y constantemente se cuestiona sobre su practicidad: "¿Esto para qué me va a servir?". Y es que habría que responder: ¿qué tanto le puede interesar a un joven aprender lo que a sus antecesores les vino en gana inventar? El mismo maestro quizás no tendría una única respuesta válida, pues él mismo se percata que hay contenidos irrelevantes y obsoletos que no responden a las necesidades de la sociedad actual.
“Me dicen: ¡Ay maestra, eso para qué me va a servir! ¡Mejor ya vámonos! Se quejan, y a veces ni yo misma sé para qué les vayan a servir algunos de los contenidos.”
La pasividad de los alumnos proyecta inconformidad hacia los procesos rutinarios que se dan en el aula con algunos maestros, como: escribir siempre en el pizarrón con los tradicionales grises o el empleo que hace el profesor de las mismas láminas amarillentas por tanto uso, y de los mismos libros y fotocopias; aunque tal pasividad no siempre es yerro del sistema de enseñanza, pues intervienen otros factores exógenos y endógenos al alumno.
Mertón (en Gil, 1998: 63) sostiene que el empleo de fotocopias —con el sistema de anotaciones y subrayados— y la costumbre de tomar apuntes pueden ser actitudes que encajan con lo que él llamó "ritualismo", es decir, ese "tipo de reacciones en el que se abandonan aspiraciones culturalmente definidas mientras se siguen acatando en forma casi compulsiva las normas institucionales".
“Sí, no me daba cuenta, pensé que si anotaban era porque me ponían atención. Pero ahora que lo pienso, cuando les preguntaba sobre lo que acababan de escribir, no sabían.”
“Cada vez hay más flojos, no leen, no traen tareas. He platicado con ellos, les he pedido que me digan qué cambiamos, pero pareciera que no escuchan. Modifiqué las estrategias y siguen sin querer leer, de verdad que es desesperante.”

Docencia Superior
Muchos de los que hoy son docentes de nivel superior, al terminar su carrera de origen, no encontraron trabajo en su campo profesional. En estas circunstancias se les presenta la oportunidad de dar clases. Existe el imaginario colectivo que asocia el término de la carrera con el inicio de un trabajo más “formal”, iniciar a trabajar para ganar dinero. En muchas ocasiones el ingreso al campo profesional al terminar la carrera no es fácil; ante la presión de buscar y encontrar trabajo, la docencia se presenta como una actividad intermedia, “por mientras encuentro trabajo”.
El docente se inicia con poca información acerca de las alternativas y las soluciones concretas a problemas que se repiten en el salón de clases. El asumir la responsabilidad de la docencia no es paulatino, desde el primer día de trabajo se le pide que desempeñe las mismas labores que  realizan los de más años de experiencia.
Por una parte, está el hecho de no haber sido formado académicamente para ejercer la profesión de docente; y por otra, el inicio de la actividad de enseñar no es paulatino, “sucede que una de las características sobresalientes del trabajo docente es lo abrupto de la forma en que se asume una responsabilidad completa. “nadar o ahogarse”.
Podemos hablar de una lucha entre la identidad construida en torno a una profesión estudiada: abogado, psicólogo, sociólogo, medico, etc.; y la profesión asumida en la práctica profesional: la docencia.

Muchas veces el maestro al concebir la actividad de enseñar como una práctica devaluada socialmente, prefiere asirse a la profesión inicial que es más valorada; si a esto le sumamos la no total claridad de los determinantes del trabajo educativo, la docencia como profesión es más difícil de aceptar. Socialmente es más valorado ser médico, abogado, ingeniero… que ser docente.
O, simplemente, se hacen convivir los dos imaginarios: “realmente yo soy psicólogo, pero me dedico a dar clases, es una actividad que me gusta y que me llena”.
Para Eduardo Remedi “el docente de nivel superior acepta de antemano la renuncia a un proyecto de orden profesional que le dio sostenimiento cuando fue estudiante.
El “abandono” de la profesión coloca al maestro en una situación de deserción, de incumplimiento y de desistimiento de las tareas y funciones propias de la profesión en que fue formado”.
El maestro mantiene su conexión con la profesión a través del discurso en torno al campo de conocimiento.

Audiovisual: Mas allá de la pizzara.